REVISTA VÍA SALUD Nº48 2009

En los últimos días he recordado cuando en cuarto de bachillerato (en mi época) estudiaba álgebra. En el Álgebra de Baldor, libro que tal vez el lector conozca, se estudiaba en cada tema, la teoría general y un ejercicio que la explicaba en la práctica, con el resultado del problema. Yo me sentía satisfecho porque había entendido, hasta que intentaba, por mi cuenta, resolver los ejercicios sobre el mismo tema. Casi tan matemático como el álgebra misma, me encontraba con tres fenómenos. En primer lugar, me daba cuenta de que en realidad no había entendido a cabalidad el concepto y por eso trataba infructuosamente de resolver muchos de los ejercicios. En segundo lugar, los que lograba resolver siempre me confirmaban el concepto original, sin importar cuánto hubiera peleado con Baldor. Por último, en tercer lugar, el no haber sido sistemático en el análisis siempre era la causa de haber fallado en la solución del problema. Creo que de Baldor se aprende mucho más que álgebra. Por cierto, para mí fue una sorpresa enterarme que Baldor es de origen cubano.

El ejercicio profesional exige dos clases de acciones para el beneficio de los pacientes: (I) tomar decisiones sobre el qué, el cómo y el cuándo realizar una acción médica y (II) aplicar esas decisiones correctamente. A lo largo de la historia de la humanidad ha sido posible identificar de forma simplificada y quizás arbitraria tres maneras de tomar esas decisiones médicas.

La Clínica de Occidente S. A., de Cali, es una institución prestadora de servicios de salud (IPS) de alta complejidad, con 70 años de trayectoria, que pasó de ser un centro reconocido donde se conjugaban ciencia y tecnología a ser una institución al borde del cierre, en la que como mecanismo de salvamento sus accionistas se acogieron a la Ley 550. Dentro del proceso de reestructuración no sólo se pensó en la viabilidad financiera, sino en reposicionar la Clínica implementando un sistema de gestión de calidad (que cumpliera con lo establecido en el Sistema Único de Habilitación) y desarrollando acciones de calidad con base en estándares ISO 9001. Adicionalmente, la Clínica estableció un programa de seguridad para el paciente que ha permitido incrementar el reporte de los eventos adversos, así como su análisis y las acciones de mejora correspondientes, lo cual ha transformado la cultura de la Clínica, que se ha dirigido hacia la seguridad y satisfacción de los usuarios. Un aspecto importante ha sido obtener la certificación de calidad con la norma ISO 9001, en marzo de 2009, y actualmente se está preparando para trabajar en el proceso de acreditación, lo cual ha demostrado que con una eficiente administración de recursos y un compromiso de todo el equipo de trabajo con la calidad y la seguridad del paciente es posible superar las circunstancias adversas del medio.

Si el trasplante de órganos permite salvar vidas, el trasplante de tejidos mejora la calidad de vida de 15 veces más enfermos (15.703 tejidos/1.116 órganos en el 2008), lo que evita serias discapacidades, pérdida de extremidades o de la visión, y sólo en forma ocasional, salva vidas. Por esta razón y porque día a día se producen avances científicos que aumentan las aplicaciones de este valioso recurso terapéutico, es fundamental continuar en nuestro empeño de aumentar su disponibilidad a lo largo y ancho del país, a través del fomento de la donación.

El propósito de estos casos es contribuir a que nuestros lectores se familiaricen con los principales conceptos relacionados con la seguridad del paciente. Les sugerimos leer atentamente el caso y analizarlo, utilizando para ello el Protocolo de Londres(1), con el propósito de identificar eventos adversos, acciones inseguras, factores contributivos y fallas latentes, para, finalmente, formular recomendaciones orientadas a evitar que casos como el presentado se repitan.

los mejores resultados de efectividad y seguridad en la atención de una enfermedad o condición
de salud específica, a costos competitivos en el mercado, difícilmente puede ser igualada por los competidores. Michael Porter y Elizabeth Teisberg proponen que la competencia en los mercados de salud se haga por diagnósticos, no con base en el prestigio de los hospitales o aseguradores. En vez de que un usuario tenga que dilucidar qué quiere decir que un hospital X sea mejor que uno Y (lo cual, evidentemente no logrará), es mucho más fácil para éste, si requiere una revascularización cardíaca, saber cuál de las dos instituciones tienen los mejores indicadores de resultado (sobre vida, complicaciones, etc,) para este procedimiento específico. (2)