REVISTA VÍA SALUD Nº24 2003

Somos un centro de conocimiento que fomenta y lidera el mejoramiento de la calidad de la atención en salud mediante recomendaciones y acciones que contribuyen a la formulación de políticas sectoriales e intervenciones que promueven la articulación adecuada de las organizaciones y su gestión efectiva, para contribuir a mejorar la calidad de vida de la población e impulsar el desarrollo.

El avance de la ciencia médica en los últimos años es una realidad que ha “complejizado” progresivamente los procesos clínicos. A la vez, en parte como consecuencia de ella y del vertiginoso desarrollo de la computación, se ha producido un crecimiento explosivo de la tecnología, no solo en lo referente a equipos para diagnóstico y tratamiento, sino también en lo relacionado con medicamentos. La velocidad con que aparecen nuevos y supuestamente mejores productos hace prácticamente imposible mantenerse en la frontera tecnológica, dados las altísimas inversiones que se requieren. Los enormes costos que implican la investigación y el desarrollo tecnológicos, sumados a los de mercadeo y promoción, finalmente se trasladan a los compradores de tecnología y, en últimas, a los usuarios y pagadores de los servicios, quienes consideran, algunas veces con razón y otras muchas sin ella, que se trata de costos superfluos que encarecen innecesariamente la prestación de los servicios. Aparte de la controversia de costos, la cual es válida y debe tener respuestas convincentes, el fenómeno genera cuestionamientos referentes a la eficacia y a la seguridad de muchos de los nuevos desarrollos. Estos últimos son muy de fondo en la medida que tocan directamente dos dimensiones fundamentales de la calidad de atención: la calidad técnica y el riesgo para el paciente.

La prestación de servicios de salud en la actualidad está predominantemente organizada bajo el modelo de práctica profesional individualista, en la que no hay posibilidad de implementar un modelo de atención basado en la coordinación para el mejoramiento de la eficiencia y la calidad. Este patrón debe evolucionar hacia uno en el que prime la interdisciplinariedad, que le permita al médico llevar a cabo una gestión integral del proceso salud-enfermedad y no simplemente reaccionar tardíamente a la aparición del episodio agudo. Pero una vez aparecido el proceso agudo, el trabajo en equipo también se vuelve clave para permitir una atención oportuna, costo-efectiva y de mejor calidad. Este nuevo modelo de organización médica que hará posible el mejoramiento de la eficiencia y la calidad, requiere capacidad de asumir y dispersar riesgo, unos sistemas de información minuciosos y un control de pares milimétrico.

A finales del año pasado, el Consejo Nacional de Seguridad Social en Salud expidió el Acuerdo No. 232 de 2002, donde se creó y reglamentó el funcionamiento del Comité Técnico de Medicamentos y Evaluación de Tecnología. Este es un avance con respecto al anterior Comité de Medicamentos, ya que por primera vez se incluye el tema de evaluación de tecnología en la agenda del CNSSS.

Después de 10 años de reforma sectorial, uno de los puntos críticos que afecta el desarrollo del Sistema General de Seguridad Social en Salud es la tortuosa relación entre las entidades promotoras de salud y las instituciones prestadoras de servicios. Si bien ese conflicto tiene varias dimensiones, uno de los principales problemas ha sido el desarrollo de la auditoría externa con un enfoque punitivo para reducir el gasto médico y evadir la responsabilidad frente al pago oportuno de las cuentas (desde la EPS hacia el prestador), más que el de contribuir a mejorar la calidad.

La desaceleración de la actividad productiva que se inicia a mediados de los años noventa ha tenido un impacto negativo en la población. Los grupos más pobres han sido los más afectados en cuanto a pérdida de ingresos y bienestar, así como en reducción de inversiones en capital humano. La crisis se ha concentrado en las zonas urbanas1. Como consecuencia, en los últimos ocho años se ha presentado una relativa desadaptación del marco institucional ante una economía y una sociedad sujeta a choques más fuertes de lo esperado. La inseguridad económica en el país es una dimensión de la vida social insuficientemente valorada por los investigadores de la academia o de las instituciones públicas que han tratado de desarrollar enfoques sistemáticos.